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Cambiar el lenguaje. A favor o en contra?


Buenos días por la mañana bonitxs!

Hoy traigo un tema que levanta ampollas en mi círculo cercano. No sé si también os pasa, pero cuando sale el tema del lenguaje neutro siempre terminamos argumentando y no terminamos de encontrar un punto de encuentro.

Independientemente de nuestra preferencia, la realidad es que en algunos países ya se está tomando la iniciativa, como por ejemplo Suecia, que incorporó un pronombre neutro. En España se propuso utilizar Elle para estas funciones, pero no recibió una calurosa acogida, sino más bien una acalorada disputa.

Lejos de ser inclusiva, el castellano es una lengua muy marcada por el género. Y aquí viene uno de los principales argumentos en contra: el plural o genérico del castellano, es el masculino, y no porque la lengua tenga género. Cierto, las palabras no tienen "sexo", pero son construcciones humanas que tienen como función servirnos de herramienta para comunicarnos. Es decir, nosotros decidimos cómo es la lengua en base a su uso, y la realidad es que es que su uso (como pasa con todo en este mundo nuestro patriarcal...), y por tanto creación, ha sido mayoritariamente masculina. Es por eso que cabe esperar que el genérico sea el masculino. Además se le añade que nuestra sociedad sigue sin incorporar oficialmente una opción no binaria para el género de las personas. Pero que esto sea así ahora mismo no quiere decir que sea inamovible.

Parecerá estúpido, pero me indigna mucho cuando se incluyen palabras como "cocreta" o "murciégalo" por su uso extendido, ¡y no dejan de ser palabras "mal dichas" por unos cuantos! Muchas veces olvidamos que el lenguaje lo hacemos nosotros, no la RAE. Y si el lenguaje se construye por el uso, se entiende que nuestra cultura (todavía machista, aunque estamos trabajando en ello!) es la que hace sexista y poco inclusiva a nuestra lengua. Por lo tanto está en nuestra mano hacerla inclusiva para todos, y está en nuestra mano cambiar las acepciones de las palabras y su uso generalizado. No conseguiremos un mundo más justo y respetuoso si no somos capaces de comprender que más allá de nosotrxs mismxs y nuestra vivencia existen otras personas que sienten y piensan diferente, no por ello están equivocadxs. Parece que cuesta menos comprender esto y comprender que el género de cada persona es una experiencia vivencial y no tiene por qué ser binaria (aunque llevarlo a la práctica ya es otra canción...), que entender el lenguaje como algo cambiante. Negar un pronombre a estas personas, tan válidas como cualquiera, es negar su existencia. Reivindicar que en un "todas" no te sientes incluido, a pesar de ser mayoría femenina, es negar nuestra mayoría, invisibilizarnos.

Y aquí está la raíz. Que no nos dé miedo el cambio, que no nos dé miedo lo femenino o desconocido. Que importe más conocer nuevas vivencias para comprender el entorno en el que vivimos, porque en la ignorancia se depositan los miedos y el rechazo.

El lenguaje importa, las palabras importan, pero más importa lo que hacemos con ellas. Y si queremos ser personas respetadas, debemos respetar a los demás. Si el respeto puede conseguirse con algo tan simple como prestar atención a lo que decimos y cómo lo decimos, díme, ¿por qué no hacerlo?

La dictadura del lenguaje, por David Martínez Álvarez (Rayden) en su libro TErminAMOs. Algo increíblemente divertido es la polla, algo terriblemente aburrido es un coñazo, ser un zorro es ser astuto, ser una zorra es ser promiscua, ser un lobo es ser experimentado, ser una loba es ser una buscona, ser un perro en la cama es ser vago, ser una perra en la cama es ser lujuriosa,

ser un cerdo va con la higiene, ser una cerda va con la iniciativa, Decimos “no me entiendes” antes de decir “no me sé explicar” y lo que intento decir es que ¿cómo podemos pretender cambiar la desigualdad si a veces el propio idioma es el que parece que no quiere cambiar?

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